Los P.P.I son aquellos personajes que acompañan a las madres imperfectas en sus aventuras. No se dejen confundir por las siglas, un P.P.I no es un Pendejo Pidiendo Instrucciones (o a veces si), son los Poderosos Padres Imperfectos.
Entonces así como cada súper héroe tiene a un compañero segundón, pocas veces apreciado, pero vital para el desarrollo de la historia, y con habilidades que complementan a nuestra protagonista, el padre imperfecto es a la madre imperfecta lo que Robin es a Batman, salvando las enormes distancias.
Los Poderosos Padres Imperfectos, no son lo que eran antes, para nada, mucho ha cambiado la visión y el papel del hombre en la crianza de sus hijos. Los padres de antes eran vistos exclusivamente como proveedores, y por regla general se destacaban en la evasión de las demostraciones de afecto hacia los hijos, eran más temidos que respetados, amados por sus hijos, pero profundamente lejanos.
¿El resultado? Que esos hijos criados por padres imperfectos, crecieron y resultaron en Poderosos Padres imperfectos, que se involucran al máximo con la crianza de sus hijos, que cambian pañales, dan teteros, sacan gases, se desvelan con la madre imperfecta cuando están enfermos sus tesoros, van a las reuniones del colegio, forman parte de las comunidades educativas, se sientan a compartir un programa de TV con sus hijos, un juguete, un juego, les cocinan sus comidas favoritas y además de esos se preocupan hondamente por demostrarles que un abrazo no los hace menos hombres, mientras les leen el cuento de las buenas noches o les cantan una canción de cuna, se portan como una “madre” sin dejar de ser padres.
Los Poderosos Padres Imperfectos, son los relegados de las historias de maternidad, son los protagonistas en las sombras, son los segundones, los compañeros silentes de las flamantes protagonistas de esta y de otras historias, son los pilares de soporte de muchas madres imperfectas, y por esta misma razón vaya mi reconocimiento, ojala que a través de este escrito mas de uno se reivindique, sea reconocido y mas de una madre imperfecta se voltee y se percate de algo que había dado por sentado, el maravilloso esposo que tiene que además es un súper Poderoso Padre Imperfecto.
Mi esposo siempre fue uno de esos padres que les hablaba a la barriga llena de estrías que yo portaba, le compraba música (Beethoven, Mozart, Vivaldi), me hacia masajes en la barriga para acariciar a sus hijos, les hablaba, les contaba cosas de su día a día y de los planes que el imaginaba para ellos, les cantaba, y los instaba a patear la mano de papá (claro y yo sufriendo en el medio)
Cuando mi hijo mayor nació no sabíamos nada, ni el ni yo, pero teníamos enormes ganas de aprender, y ningún miedo de asumir el reto de hacer de nuestro hijo un hombre de bien, yo asumí que el nexo entre madres e hijos viene dado como natural, por otro lado mi esposo asumió con total normalidad el hecho de que el se tenía que construir su nexo con el bebe, y en eso se puso desde el mismo momento en el que lo sintió por primera vez en mi vientre.
Aprendió a cambiar pañales, llegaba del trabajo corriendo a bañar el solo a su bebe, se paraba de madrugada conmigo a alimentarlo, a sacarle los gases a confortarlo y cantarle en caso de que se sintiera mal, de hecho mi hijo mayor no se dormía sin su papá, la única forma de hacerlo dormir era cargado por su papá, quien se mecía de pie cantándole canciones de cuna, y cuando lo ponía en la cunita tenia que quitarse la camisa, para dejarla en la cuna del bebe.
Mi marido recita sin problema el peso, talla, y medidas de cada uno de sus hijos en cada mes de vida, y se ponía extremadamente presumido con los compañeros de trabajo cada vez que llegábamos de las visitas al pediatra porque sus hijos siempre estaban por encima de la media en peso, talla, tamaño y desarrollo físico y psicológico, exhibía los buches de sus hijos en los hombros de las camisas cual general que exhibe los soles en sus charreteras. No temió jamás sentarse a jugar en el piso con sus juguetes, enseñarlos a gatear (GATEANDO EL MISMO POR TODA LA SALA), pintar con las manos, hacer figuras de plastilina con ellos, hacerlos reír en el medio del consultorio cuando les ponían las vacunas haciendo payasadas delante del medico la enfermera y los demás papas de la sala de espera, probar los medicamentos antes que sus hijos a ver si sabían muy mal (a GUACALA como él les decía), en fin ser su ídolo y amarlos de la manera mas honesta y pura que el conociera.
Miles de veces aquel hombretón de un metro ochenta y siete (1.87 mts) con ciento veinte kilos (1,20 Kgs) de peso se ponía al mismo nivel de las criaturitas con las que jugaba y montones de veces los pesque dormidos, los niños felices y rendidos acurrucados bajo el brazo de su papá absolutamente protegidos, cual pollitos debajo del ala de la gallina (por eso a veces le digo a mi esposo que es la perfecta mamá gallina).
De unas de esas veces, hay una anécdota que jamás va a borrarse de mi memoria, el mayor de mis hijos era un bebe de pecho todavía, estaba yo tomando un baño antes de darle de mamar, y el estaba acostado con su papá en la cama, cuando sintió hambre se agarro la tetilla del pecho desnudo de mi esposo (quien siempre ha detestado dormir con ropa de la cintura hacia arriba), se pego y trato de que su Poderoso Padre Imperfecto lo amamantará, estaba tan acostumbrado al olor de su papá, que pensó que el también podría darle de comer, mi esposo con los ojos aguados (el dice que del dolor que produce la succión del bebe) no se atrevió a moverse y así los encontré al uno llorando y al otro tratando que le diera de comer aquel olor tan cercano.
Esa misma noche mi esposo absolutamente tocado por aquel acontecimiento me confesó que en ese preciso instante me tuvo envidia, que el habría querido poder darle de comer al durmiente angelito. Así son los Poderosos Padres Imperfectos, están cerca de sus hijos de una forma que ni ellos mismos comprenden, se han alejado tanto de la imagen de padre que les dieron a ellos que se hallan en mitad del camino entre la perfección y la confusión, viven constantemente cuestionándose y justo allí, creo yo, reside su poder.
Cuando el mayor de mis hijos comenzó la escuela su papá lo entregó en las puertas del colegio conmigo y si bien yo lloré a moco tendido, el también tenía los ojos aguados, pidió el día en el trabajo, contó las interminables cuatro y medía horas (4 ½) que pasó el nene en su colegio y fue a buscarlo, cuando se lo entregaron en la puerta parecía que al nene lo habían abducido marcianitos, porque el papá no paraba de abrazarlo y revisarlo, le preguntó las mismas cosas mil veces y el niño feliz nos contaba como le había ido, mientras estábamos los dos con los ojos aguados, aunque para ser sincera no se quien se sentía mas conmovido si el o yo…
Los Poderosos Padres Imperfectos son de esos padres que aman ver una y otra y otra vez las fotos de sus hijos de bebes, que se sienten conmovidos cuando al llegar sus hijos salen corriendo a abrazarlo y le gritan de emoción al verlo, que ama complacerlos en todo lo que puede, pero no teme reprenderlos y hablarles de las responsabilidades de ser un hombre de verdad, que se sienta con ellos a ver la misma película por milésima vez y se ríe como si fuera la primera, es el tipo de padre que ama acostarlos a dormir, rezar con ellos y chequearlos al dormir solo por el mero placer de verlos dormidos, es el papá que llora cuando sus hijos lloran y ríe si ellos están felices.
Mis hermanas en determinados momentos decían que mis hijos tenían una mamá y una MAMOTA (refiriéndose a su papá), porque parecía una madre, en el sentido de los mimos, los cariños, los cuidados, las atenciones, de las miles de veces que mis hijos se han golpeado, caído, lastimado o sentido mal, mas de la mitad de las veces lo que sale de sus boquitas es: PAPÁ, en vez del característico Mamá.
Digo esto último con muchísimo orgullo porque eso quiere decir que no solamente se sienten seguros conmigo, sino que se sienten protegidos, confortados y a salvo con su Poderoso Padre Imperfecto, ese que los ama como nadie más podría y al que no le importa que se lo reconozcan por escrito o no, al que le da lo mismo lo que piensen los demás cuando les hace payasadas a sus hijos para sacarles una sonrisa, al que le resbala lo que digan los machistas Padres Imperfectos de la familia a cerca de la crianza de los hijos, ese mismo que es capaz de llorar si alguno de sus dos pequeños príncipes se siente mal y lo tienen que inyectar para hacerlo mejorar, pero les pone la mejor de las caras para que les duela un poco menos, que es incapaz de permanecer bravo con ellos si le hacen alguna payasada pero los reprende igual, que siente que cada día puede ser mejor ejemplo y padre y en eso trabaja y para el que finalmente la mayor recompensa radica en la sonrisa y la ilusión en los ojos de sus hijos cuando pronuncian su palabra favorita…PAPÁ.