Segundo complemento del servipack de entrenamiento de toda madre imperfecta, el nacimiento del bebe: en la clínica con la corredera mientras te están entregando la habitación y estás aterrorizada, llega la primera tanda de familiares y amigos que van a “acompañarlos” a recibir al pequeño querubín, que bello suena ¿verdad?... Ja! Si como no, veamos pues a continuación la versión perfecta de la madre imperfecta.
Paso 1 llegar a la clínica: cola sempiterna en Caracas, un estacionamiento tiene más movimiento, el esposo tocando corneta como loco y más nervioso y sudoroso que cochinito en fiesta de asador, ¿y una? Nerviosa, y tratando de tranquilizar al marido y padre imperfecto (no, no es despectivo, de los padres imperfectos hablaremos más adelante) diciéndole continuamente: “es una cesárea, esta programado todo, el muchacho no esta saliéndose, ya cálmate, deja el correteo, eso no nos va a hacer llegar más rápido” a lo que el responde con una mirada de esas que una a estas alturas del partido de verdad que no entiende, y dije “umju”.
Paso 2 registrarse en la clínica, entrega de la habitación, preparación para el quirófano: al fin se llega y el marido de una suelta con alivio “por fin, ya estaba harto de la corneteadera de todo el mundo”, se nos da la habitación (la ejecutiva de ingreso te dice: “la que tengo es pequeña, pero vamos a ver que se desocupa después…”), se baja la perolera del carro, se pone todo bello en la habitación, el adorno de la puerta, los recuerditos, la ropa del bebe, la ropa de la mama y se prepara para el quirófano a “la mamá”, llamada de la administración: “señora, se desocupo la 321 que es más grandecita, cámbiese de habitación, para que este mas cómoda” y una con la vía ya puesta,el suero conectado y el paral del suero sin la ruedita izquierda funcionando bien, en batita de esa que si te paras mal enseñas hasta el último resquicio del alma, y con cara cooooooooo…..se voltea tu esposo con el gentío y dice: “¿que pasó? ¿Esta todo bien?...no vale tranquila eso es un momentito, son dos pisos nada mas, vete tranquila que yo me ocupo de todo”, y una piensa mientras pone cara de idiota: “tan bello, eso es lo que me preocupa que te ocupes tu de todo….”
Y mientras tanto todo el que no ha podido llegar a la clínica esta llamando por teléfono y haciendo las mismas preguntas: ¿ya llegaron?, ¿estas nerviosa?, ¿ya nació?, ¿Cómo es?, ¿a quien se parece?.... y una hablando por los dos celulares simultáneamente, contesta siempre igual: si, si, no, no sé, no sé, no sé.
Cuelgas los dos teléfonos y te van a buscar con la sillita de ruedas, todo el mundo con cara de que te vas a la guerra, y diciendo: “no te pongas nerviosa, eso es un momentito, ni vas a sentir” (con mas ganas de convencerse ellos que a ti) y tu esposo con cara de que te están abduciendo los marcianos, cuando te ponen la anestesia lo agradeces en serio que si.
Al final llegas a la habitación nueva esa que supuestamente era más grande, pero te parece exactamente igual, será por la anestesia, ves el adorno de la puerta como choreto, ves los recuerditos como doblados, ves la canastilla como magullada, no ves tu cambio de ropa, y tienes ganas de vomitar y sientes muchísimo frió (eso se llama efecto colateral de la anestesia, es lo único que no agradece), tu esposo logra pasar entre el gentío, se pone a tu lado en la cama y dice: “hola mamá, ¿quieres algo?” tu que no puedes hablar más por las ganas de vomitar que por la prescripción medica le señalas la puerta, a lo que el responde: “¿te gustó?, casi no se nota que cuando lo despegamos de la otra puerta se rompió ¿verdad?, y lo de los recuerditos tampoco se nota, es que los traía el Tío Juan y por lo de la pierna se tardó en salir del ascensor y las puertas se le cerraron espatarrándolos todos, pero quedaron bien, tu ropa es lo único que no encuentro, para mi que la dejamos con la corredera en la silla de la otra habitación, pero las botellas con la champaña si las subimos estamos esperando que llegue el nene para abrirlas….” Una termina pensando: claro, para que me preocupo por estar aquí semidesnuda, con frío y ganas de vomitar con un montón de gente gritando en la habitación, con unos recuerditos espatarrados, un adorno de la puerta de bebe sin cabeza, si tenemos champaña, y respondes sencillamente: con la sonrisa de la mona lisa y llamas con la mano a tu hermana (como la quise en ese momento, Bea eres de oro).
Mi hermana se encargo de todo, arreglo lo de mi ropa, (que si se había quedado en la silla de la otra habitación), sacó a todo mundo de la habitación 321, me paró de la cama, ayudada por mi esposo (que casi se desmaya cuando vio el protector de cama), me llevo al baño, me ayudo a lavarme a cambiarme y arreglarme, acomodó todo en la habitación a mi gusto y pidió a los felices acompañantes (que eran tantos que el pasillo de la clínica estaba lleno) que pasaran de a dos o tres y no todos juntos, porque yo aún estaba maltrecha de todo el trajín.
Eso si, la alegría fue como de tísico, cuando llegó el bebe a la habitación no hubo poder humano que contuviera a todos los presentes, todos entraron en tropel a la habitación, gritando y descorchando la champaña, aquello parecía el podio del Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1, champaña iba y venia, levantaban al muchachito cual Trofeo y yo volviéndome loca.
Hasta en el cafetín de la clínica celebraron, y llegó un momento en que pensé, si no puedes contra ellos úneteles, me pare de la cama, con todo y paral del suero, y aprovechando que el nene estaba en el reten, me fui a mi cafetín, allá me mandaron a la enfermera a buscarme, y me encontró feliz de la vida sentada con mi compadre (tan bello) conversando y tomando champaña (el, yo obviamente no), la cara de la mujer no tenía nombre: “señora, usted debería estar en su cuarto, descansando, no aquí”, a lo que le respondí: “bueno cariño y como haríamos, allá no cabe ni un alma, y de descansar con esa periquera la verdad es que lo dudo mi amor”, aquel cuarto bate vestido de blanco me miro de arriba abajo y me dijo: “ah, pero si la cosa es así, vengase conmigo ¡que yo le resuelvo eso ya!”, y dicho y hecho, aquello llegó como el barbarazo arrasó con todo, saco a todo el mundo del cuarto, me acostó, me cambio el suero, me llevó al bebe, lo acomodó y me dejó cual cuadro de la Virgen María amamantando a mi bebe, en paz y feliz. Donde esté que Dios la bendiga fueron los únicos momentos de paz que tuve esa semana, y creo que el resto de mi vida.
Parte final semana que viene del servipack de entrenamiento de toda madre imperfecta .
Paso 1 llegar a la clínica: cola sempiterna en Caracas, un estacionamiento tiene más movimiento, el esposo tocando corneta como loco y más nervioso y sudoroso que cochinito en fiesta de asador, ¿y una? Nerviosa, y tratando de tranquilizar al marido y padre imperfecto (no, no es despectivo, de los padres imperfectos hablaremos más adelante) diciéndole continuamente: “es una cesárea, esta programado todo, el muchacho no esta saliéndose, ya cálmate, deja el correteo, eso no nos va a hacer llegar más rápido” a lo que el responde con una mirada de esas que una a estas alturas del partido de verdad que no entiende, y dije “umju”.
Paso 2 registrarse en la clínica, entrega de la habitación, preparación para el quirófano: al fin se llega y el marido de una suelta con alivio “por fin, ya estaba harto de la corneteadera de todo el mundo”, se nos da la habitación (la ejecutiva de ingreso te dice: “la que tengo es pequeña, pero vamos a ver que se desocupa después…”), se baja la perolera del carro, se pone todo bello en la habitación, el adorno de la puerta, los recuerditos, la ropa del bebe, la ropa de la mama y se prepara para el quirófano a “la mamá”, llamada de la administración: “señora, se desocupo la 321 que es más grandecita, cámbiese de habitación, para que este mas cómoda” y una con la vía ya puesta,el suero conectado y el paral del suero sin la ruedita izquierda funcionando bien, en batita de esa que si te paras mal enseñas hasta el último resquicio del alma, y con cara cooooooooo…..se voltea tu esposo con el gentío y dice: “¿que pasó? ¿Esta todo bien?...no vale tranquila eso es un momentito, son dos pisos nada mas, vete tranquila que yo me ocupo de todo”, y una piensa mientras pone cara de idiota: “tan bello, eso es lo que me preocupa que te ocupes tu de todo….”
Y mientras tanto todo el que no ha podido llegar a la clínica esta llamando por teléfono y haciendo las mismas preguntas: ¿ya llegaron?, ¿estas nerviosa?, ¿ya nació?, ¿Cómo es?, ¿a quien se parece?.... y una hablando por los dos celulares simultáneamente, contesta siempre igual: si, si, no, no sé, no sé, no sé.
Cuelgas los dos teléfonos y te van a buscar con la sillita de ruedas, todo el mundo con cara de que te vas a la guerra, y diciendo: “no te pongas nerviosa, eso es un momentito, ni vas a sentir” (con mas ganas de convencerse ellos que a ti) y tu esposo con cara de que te están abduciendo los marcianos, cuando te ponen la anestesia lo agradeces en serio que si.
Al final llegas a la habitación nueva esa que supuestamente era más grande, pero te parece exactamente igual, será por la anestesia, ves el adorno de la puerta como choreto, ves los recuerditos como doblados, ves la canastilla como magullada, no ves tu cambio de ropa, y tienes ganas de vomitar y sientes muchísimo frió (eso se llama efecto colateral de la anestesia, es lo único que no agradece), tu esposo logra pasar entre el gentío, se pone a tu lado en la cama y dice: “hola mamá, ¿quieres algo?” tu que no puedes hablar más por las ganas de vomitar que por la prescripción medica le señalas la puerta, a lo que el responde: “¿te gustó?, casi no se nota que cuando lo despegamos de la otra puerta se rompió ¿verdad?, y lo de los recuerditos tampoco se nota, es que los traía el Tío Juan y por lo de la pierna se tardó en salir del ascensor y las puertas se le cerraron espatarrándolos todos, pero quedaron bien, tu ropa es lo único que no encuentro, para mi que la dejamos con la corredera en la silla de la otra habitación, pero las botellas con la champaña si las subimos estamos esperando que llegue el nene para abrirlas….” Una termina pensando: claro, para que me preocupo por estar aquí semidesnuda, con frío y ganas de vomitar con un montón de gente gritando en la habitación, con unos recuerditos espatarrados, un adorno de la puerta de bebe sin cabeza, si tenemos champaña, y respondes sencillamente: con la sonrisa de la mona lisa y llamas con la mano a tu hermana (como la quise en ese momento, Bea eres de oro).
Mi hermana se encargo de todo, arreglo lo de mi ropa, (que si se había quedado en la silla de la otra habitación), sacó a todo mundo de la habitación 321, me paró de la cama, ayudada por mi esposo (que casi se desmaya cuando vio el protector de cama), me llevo al baño, me ayudo a lavarme a cambiarme y arreglarme, acomodó todo en la habitación a mi gusto y pidió a los felices acompañantes (que eran tantos que el pasillo de la clínica estaba lleno) que pasaran de a dos o tres y no todos juntos, porque yo aún estaba maltrecha de todo el trajín.
Eso si, la alegría fue como de tísico, cuando llegó el bebe a la habitación no hubo poder humano que contuviera a todos los presentes, todos entraron en tropel a la habitación, gritando y descorchando la champaña, aquello parecía el podio del Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1, champaña iba y venia, levantaban al muchachito cual Trofeo y yo volviéndome loca.
Hasta en el cafetín de la clínica celebraron, y llegó un momento en que pensé, si no puedes contra ellos úneteles, me pare de la cama, con todo y paral del suero, y aprovechando que el nene estaba en el reten, me fui a mi cafetín, allá me mandaron a la enfermera a buscarme, y me encontró feliz de la vida sentada con mi compadre (tan bello) conversando y tomando champaña (el, yo obviamente no), la cara de la mujer no tenía nombre: “señora, usted debería estar en su cuarto, descansando, no aquí”, a lo que le respondí: “bueno cariño y como haríamos, allá no cabe ni un alma, y de descansar con esa periquera la verdad es que lo dudo mi amor”, aquel cuarto bate vestido de blanco me miro de arriba abajo y me dijo: “ah, pero si la cosa es así, vengase conmigo ¡que yo le resuelvo eso ya!”, y dicho y hecho, aquello llegó como el barbarazo arrasó con todo, saco a todo el mundo del cuarto, me acostó, me cambio el suero, me llevó al bebe, lo acomodó y me dejó cual cuadro de la Virgen María amamantando a mi bebe, en paz y feliz. Donde esté que Dios la bendiga fueron los únicos momentos de paz que tuve esa semana, y creo que el resto de mi vida.
Parte final semana que viene del servipack de entrenamiento de toda madre imperfecta .
3 comentarios:
Que fino.. mi mamá decidió ese día pasarme todas las llamadas del mundo mientras agonizab.. que digo! me daban las contracciones: mi "Alo" era como si estuviera en el baño tratando de hacer tu sabes que.. mmmmm alobbbbgggggaaaassssaaaahhhhhh si todavia no me pasan al quirobbbbbaaahhhrrraaannjjjjjfanooo... y sonaba el de nuevo el cel: mamá coño quien es? es Eduardito el hijo de la comadre... (coooo...)Hola chamo: que cómo me siento? bueno bbbbbbbrrrgggggggggggaaaaayy bien esperando... a que bbbbbbrrrccshhhh ayyyy- y como no soy como tu querida amiga, que me hubiera gustado serlo en ese momento, no le grite 4 cosas a mi mamá: Dios no me pases mas llamadas!!!! no ves que estoy con las contra dese las 5 am, el pitosin no me hizo efecto y aun tengo 3 de dilatación??? Todas estábamos nerviosas! Cesareaaaaa!!!
Elsa Suuper bueno!!!..no pare de reir...recordando y recordando!!!jejejeje...imaginate yo planeando un parto bajo el agua....y cuando me vino el dia...a mi esposo no se le ocurrio cosa mejor que de los nervios termine en la MATERNIDAD CONCEPCION PALACIOS!!!...jajaj ahorita me rio!!!
Como digo desde el primer capítulo cada madre imperfecta tiene sus puntos de encuentro y desencuentro con mis anécdotas, lo bueno es que se rien! Pero desde la distancia te cuento que a veces pienso para mi, que de eso que todos nos reimos ahora es mi vida :S jajajajaja Gracias por tus comentarios y espero que a parte de leerme, me dejes leerte a ti también Maria Gabriela en los comentarios que me dejes! Un abrazo!
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