Cada mamá imperfecta, tal cual Superman, tiene, una archienemiga la odiosa madre perfecta (por lo general su propia madre o la suegrita). Es aquella villana que le recuerda cada día de su vida lo imperfecta que puede llegar a ser, y como ella con el toque de una varita mágica imaginaria, se ha convertido en una madre perfecta.
Esta archivillana nace, en el mismo momento que una madre imperfecta, desde el primer llanto del infante recién nacido surge la transformación. Sus superpoderes son increíbles, destacándose el movimiento ultrasónico para sacar al bebe de su cuna al primer suspiro, acompañado de audición de radar híper sensible (-"¿qué le pasa al nene?, es que no te atienden bien mi amor, no se dan cuenta de que estas llorando a moco tendido"), su rayo desintegrador (de autoestima) que actúa tan rápido que ninguna madre imperfecta puede detenerlo (-"yo no creo que eso se haga así, es más yo jamás hice eso contigo, lo que le vas a hacer es daño al pobre niño, no inventes que no sabes, deja que yo me encargo"), su mirada térmica (que derrite cualquier dejo de independencia y valor, el auto determinismo de toda madre imperfecta es absolutamente inútil ante esta arma).
En fin, estas archivillanas están armadas hasta los dientes, y ¡no tienen miedo de usar sus armas! Como siempre este conocimiento no se aprende sino padeciéndolo, eso ¿para qué dudarlo?.
En mi caso mi amada madre perfecta (con todas sus letras) comenzó a ejercer su rol en cuanto me vio dudar la primera vez, y ha seguido ejerciendo su labor (con mucho amor, eso si) desde entonces. En cualquier ocasión especial, con o sin visitas se dedica única y exclusivamente a hacer gala de sus conocimientos y descartar los míos, a presumir de sus dotes de abuelita consentidora (a veces malcriadora) y a decir que soy una tirana ("un general en jefe ¡eso es lo que es!, esos pobres niños no los deja estar en paz), ¡Godzila y yo pues! Lo peor no es el escarnio público, que es bastante y joroba, sino que una, como toda buena madre imperfecta, termina cuestionándose.
Quizás el caso mas emblemático para ejemplificar esto es el cuento de los primeros días de escuela de mi hijo mayor (porque una paga todas las novatadas con el primero de los hijos, los demás cosechan toda la experiencia que ha sembrado el mayor).
Mi hijo tenía su primer día de escuela ya programado, hicimos montones de diligencias y trámites, amén de todas las explicaciones para que entendiera que este nuevo paso en su vida era necesario y bueno. Llegada la noche del día anterior al primer día de escuela, después de haber comprado todos los peroles, después de haber cosido con mucho trabajo todas los identificativos del colegio en las camisas (y aclaro que no se dar dos puntadas juntas, -cosa harto conocida para mi archienemiga- "pobre niño va a llevar esas camisas todas feas al colegio con eso cosido todo mal, ¿por qué no dejas y se las coloco yo? todas las tuyas las cosí yo, y ¡siempre quedaron perfectas!"), después de explicarle que era el colegio y para que iba, después de que su padre pidió el día en el trabajo para llevarlo conmigo y luego ir a buscarlo, la súper madre perfecta dice: "yo creo que esta muy pequeño todavía para mandarlo al colegio, pero si igual tu decides llevarlo es mejor que te quedes en la casa, yo acompaño al papá y así el niño no llora y no te ve llorar a ti, eso lo dejaría mas tranquilo".
El problema con estas cosas es que ellas creen firmemente que lo que dicen "tiene" que hacerse, no es un consejo, o una sugerencia es una orden y no se discute (adiós autonomía materna imperfecta), si se da el caso de ser contrariada y omitida nos libre Dios de todos los males que nos aquejarán por los próximos diez (10) años.
Finalmente, después de dudar (lo admito) mi esposo me recordó que esta y todas las etapas del nene, eran competencia nuestra y que la ultima palabra la teníamos nosotros, que si bien los demás podían decir lo que pensaban y apoyar, no decidían y que si yo quería ir, no tenia porque pedir permiso.
Llegó la mañana y la madre perfecta bajo las escaleras arreglada, perfumada y lista para lucir al nieto en modelo escolar, cual muñequito Ken. ("¡Ay que bello con su uniforme!, te dije que le iban a quedar choretas esas insignias, mira como te peino tu mamá, ¿no hay un peine en esta casa que ese niño va a salir con los pelos parados? - para que explicarle que los chamos de ahora llevan los cabellos en pinchos-, a esos zapatitos les falta como brillo") y al verme lista para salir me reprocho: "¿y yo no te dije que te quedabas?", Dios sabe que retrocedía los quince (15) años, y me arme de valor apretándole la mano a mi esposo para decir:"no, mamá me parece que es mejor que la que se quede seas tú"
Hará falta que explique la cara de la súper madre perfecta, hará falta que diga que estuvo ofendida seis (6) semanas, hará falta que cuente como rezongaba sola ("¿es que para que quieren que uno los ayude si después le van a salir a uno con esas cosas?, debe ser que se los dice uno por mal, lo que van a lograr es malograr al muchachito, traumatizarlo, allá ellos total ese no es hijo mío, ¡yo ya críe!"), y yo sintiéndome cual cucaracha, pero defendiendo mi último bastión de determinación materna.
Yo colocando las bases de mi futura autoridad, poniendo los limites de sus dominios y competencias, pero deprimida, porque una madre imperfecta aprende a ser mejor hija después que es madre, y justo allí es donde esta la criptonita de las súper madres imperfectas. No hay poder humano, ni superhumano, que haga retroceder un paso a una madre perfecta, lo que dijo es santa palabra y ya, y una en vías de dejar de ser imperfecta (cosa que te das cuenta tarde que jamás pasará) busca la forma de congraciarse nuevamente con su archirival, piensas que quizás, solo quizás se te fue la mano, pero ¡no, si retrocedes un paso el poco respeto que te has ganado se pierde!, y luego piensas, ¿será que vale la pena? al final era una bobería ella también quería llevar al nene al colegio, pero... ¡se le tomaron fotos!, pero las fotos no son lo mismo...¡pero yo soy su mamá y tengo que tomar las decisiones que crea correctas!, pero... ella es mi mamá y pobrecita... Y así aparece el último súper poder de una súper madre perfecta, el poder de entrar en tu mente y confundirte, sumamente peligroso y difícil de combatir (admito que aún no domino del todo la técnica de combate), ellas que saben leer las miradas y los pensamientos huelen la duda y se dan con la certeza de que han ganado la batalla.
Sin embargo sería mi enano, quien una vez más pondría fin a la batalla concediéndome la victoria, al llegar del colegio, su abuelita se sentó con el, para preguntarle como le había ido y que le había parecido el colegio, diciéndole que el aún era pequeño y que si no le había gustado no tenía porque volver (esto todo dicho sin consultarnos, la desicion una vez más estaba tomada y con aire triunfal me miro creyendose vencedora), a lo que mi ángel respondió: "no abuelita, mi mamá tiene razón yo estoy creciendo me gusta mi colegio y es muy divertido, no te preocupes, no regañes mas a mamá yo crecí", acto seguido se paró a jugar con sus carritos nuevos (premios por haber ido el primer día al colegio).
Mi archienemiga se levantó muda, no me miro, no dijo nada y ¡supe que había ganado!, pero para mis adentros pensé: que inteligente eres hijo, es la verdad, la mamá de uno siempre sabe mas y siempre, aunque no quieras admitirlo, tendrá la razón".
Esta archivillana nace, en el mismo momento que una madre imperfecta, desde el primer llanto del infante recién nacido surge la transformación. Sus superpoderes son increíbles, destacándose el movimiento ultrasónico para sacar al bebe de su cuna al primer suspiro, acompañado de audición de radar híper sensible (-"¿qué le pasa al nene?, es que no te atienden bien mi amor, no se dan cuenta de que estas llorando a moco tendido"), su rayo desintegrador (de autoestima) que actúa tan rápido que ninguna madre imperfecta puede detenerlo (-"yo no creo que eso se haga así, es más yo jamás hice eso contigo, lo que le vas a hacer es daño al pobre niño, no inventes que no sabes, deja que yo me encargo"), su mirada térmica (que derrite cualquier dejo de independencia y valor, el auto determinismo de toda madre imperfecta es absolutamente inútil ante esta arma).
En fin, estas archivillanas están armadas hasta los dientes, y ¡no tienen miedo de usar sus armas! Como siempre este conocimiento no se aprende sino padeciéndolo, eso ¿para qué dudarlo?.
En mi caso mi amada madre perfecta (con todas sus letras) comenzó a ejercer su rol en cuanto me vio dudar la primera vez, y ha seguido ejerciendo su labor (con mucho amor, eso si) desde entonces. En cualquier ocasión especial, con o sin visitas se dedica única y exclusivamente a hacer gala de sus conocimientos y descartar los míos, a presumir de sus dotes de abuelita consentidora (a veces malcriadora) y a decir que soy una tirana ("un general en jefe ¡eso es lo que es!, esos pobres niños no los deja estar en paz), ¡Godzila y yo pues! Lo peor no es el escarnio público, que es bastante y joroba, sino que una, como toda buena madre imperfecta, termina cuestionándose.
Quizás el caso mas emblemático para ejemplificar esto es el cuento de los primeros días de escuela de mi hijo mayor (porque una paga todas las novatadas con el primero de los hijos, los demás cosechan toda la experiencia que ha sembrado el mayor).
Mi hijo tenía su primer día de escuela ya programado, hicimos montones de diligencias y trámites, amén de todas las explicaciones para que entendiera que este nuevo paso en su vida era necesario y bueno. Llegada la noche del día anterior al primer día de escuela, después de haber comprado todos los peroles, después de haber cosido con mucho trabajo todas los identificativos del colegio en las camisas (y aclaro que no se dar dos puntadas juntas, -cosa harto conocida para mi archienemiga- "pobre niño va a llevar esas camisas todas feas al colegio con eso cosido todo mal, ¿por qué no dejas y se las coloco yo? todas las tuyas las cosí yo, y ¡siempre quedaron perfectas!"), después de explicarle que era el colegio y para que iba, después de que su padre pidió el día en el trabajo para llevarlo conmigo y luego ir a buscarlo, la súper madre perfecta dice: "yo creo que esta muy pequeño todavía para mandarlo al colegio, pero si igual tu decides llevarlo es mejor que te quedes en la casa, yo acompaño al papá y así el niño no llora y no te ve llorar a ti, eso lo dejaría mas tranquilo".
El problema con estas cosas es que ellas creen firmemente que lo que dicen "tiene" que hacerse, no es un consejo, o una sugerencia es una orden y no se discute (adiós autonomía materna imperfecta), si se da el caso de ser contrariada y omitida nos libre Dios de todos los males que nos aquejarán por los próximos diez (10) años.
Finalmente, después de dudar (lo admito) mi esposo me recordó que esta y todas las etapas del nene, eran competencia nuestra y que la ultima palabra la teníamos nosotros, que si bien los demás podían decir lo que pensaban y apoyar, no decidían y que si yo quería ir, no tenia porque pedir permiso.
Llegó la mañana y la madre perfecta bajo las escaleras arreglada, perfumada y lista para lucir al nieto en modelo escolar, cual muñequito Ken. ("¡Ay que bello con su uniforme!, te dije que le iban a quedar choretas esas insignias, mira como te peino tu mamá, ¿no hay un peine en esta casa que ese niño va a salir con los pelos parados? - para que explicarle que los chamos de ahora llevan los cabellos en pinchos-, a esos zapatitos les falta como brillo") y al verme lista para salir me reprocho: "¿y yo no te dije que te quedabas?", Dios sabe que retrocedía los quince (15) años, y me arme de valor apretándole la mano a mi esposo para decir:"no, mamá me parece que es mejor que la que se quede seas tú"
Hará falta que explique la cara de la súper madre perfecta, hará falta que diga que estuvo ofendida seis (6) semanas, hará falta que cuente como rezongaba sola ("¿es que para que quieren que uno los ayude si después le van a salir a uno con esas cosas?, debe ser que se los dice uno por mal, lo que van a lograr es malograr al muchachito, traumatizarlo, allá ellos total ese no es hijo mío, ¡yo ya críe!"), y yo sintiéndome cual cucaracha, pero defendiendo mi último bastión de determinación materna.
Yo colocando las bases de mi futura autoridad, poniendo los limites de sus dominios y competencias, pero deprimida, porque una madre imperfecta aprende a ser mejor hija después que es madre, y justo allí es donde esta la criptonita de las súper madres imperfectas. No hay poder humano, ni superhumano, que haga retroceder un paso a una madre perfecta, lo que dijo es santa palabra y ya, y una en vías de dejar de ser imperfecta (cosa que te das cuenta tarde que jamás pasará) busca la forma de congraciarse nuevamente con su archirival, piensas que quizás, solo quizás se te fue la mano, pero ¡no, si retrocedes un paso el poco respeto que te has ganado se pierde!, y luego piensas, ¿será que vale la pena? al final era una bobería ella también quería llevar al nene al colegio, pero... ¡se le tomaron fotos!, pero las fotos no son lo mismo...¡pero yo soy su mamá y tengo que tomar las decisiones que crea correctas!, pero... ella es mi mamá y pobrecita... Y así aparece el último súper poder de una súper madre perfecta, el poder de entrar en tu mente y confundirte, sumamente peligroso y difícil de combatir (admito que aún no domino del todo la técnica de combate), ellas que saben leer las miradas y los pensamientos huelen la duda y se dan con la certeza de que han ganado la batalla.
Sin embargo sería mi enano, quien una vez más pondría fin a la batalla concediéndome la victoria, al llegar del colegio, su abuelita se sentó con el, para preguntarle como le había ido y que le había parecido el colegio, diciéndole que el aún era pequeño y que si no le había gustado no tenía porque volver (esto todo dicho sin consultarnos, la desicion una vez más estaba tomada y con aire triunfal me miro creyendose vencedora), a lo que mi ángel respondió: "no abuelita, mi mamá tiene razón yo estoy creciendo me gusta mi colegio y es muy divertido, no te preocupes, no regañes mas a mamá yo crecí", acto seguido se paró a jugar con sus carritos nuevos (premios por haber ido el primer día al colegio).
Mi archienemiga se levantó muda, no me miro, no dijo nada y ¡supe que había ganado!, pero para mis adentros pensé: que inteligente eres hijo, es la verdad, la mamá de uno siempre sabe mas y siempre, aunque no quieras admitirlo, tendrá la razón".
1 comentarios:
Una de las cosas maravillosas de ser madre, aparte del hecho perse que te dura toda la vida, es tener un super marido-papa "imperfecto", que se toma su tarea tan en serio que NO permite que su mamá-suegra-abuela paterna, interfiera en los asuntos de su hijo. Es bonito saber que contamos con personas queridas que nos pueden apoyar, pero por lo general, muchos hombres miedosos y dependientes del seno materno, se vuelven un lío y casi le quitan autoridad a la verdadera madre para colocar a sus mamitas al poder!!! lo viví...Y para no caer en la patética competencia de: "quiero ser mejor que tu mamá para que me ames mas", me dispuse a ser su amiga. Hoy en día soy YO la que pongo el arbolito en su casa en Navidad. Aun con 4 años de separada, no fue fácil ganarme el título de "la única Nuera que mi casa ha conocido serás tu" y "Aquí en mi casa no entrará ninguna sinvergüenza, eres la mamá de mi nieta, que se jo... las demás". Pero para eso, hay que echarse sangre,sudor y lágrimas y en parte lo logré.
Por supuesto, eso para quien tenga la disposición y tenga una suegra como la mía jeje que a pesar todo lo fuerte que fue, hoy en día me admira y me quiere tanto como yo a ella.
Me encantó todo!!!
Publicar un comentario